Antes de realizar cualquier
instalación de pavimento continuo se debe verificar que el soporte-hormigón esté limpio, sin contaminación, sin lechada, ausente de agua y suficientemente poroso para garantizar una óptima adherencia del sistema de pavimento a ejecutar.
La preparación del soporte se puede hacer por medios químicos o mecánicos.
La preparación química se hace con ácido clorhídrico, agua fuerte o cualquier producto que ataque al cemento degradándolo. No obstante hay que tener mucho cuidado pues es dañino para la piel y el desbaste que hace es bastante superficial.
La preparación mecánica (que es la más recomendada y con mayor garantía) se realiza con maquinaria que de un modo u otro demole el soporte, ya sea con tacos de diamante, fresas o mediante el chorreo de bolas de acero, dependiendo del sistema de pavimento a ejecutar y espesor del mismo se pueden emplear diferentes maquinarias que consiguen un nivel de desbaste adecuado al tipo de pavimento a instalar.
Las máquinas empleadas para la preparación del soporte traen de serie un sistema de aspiración externo para absorber el polvo.